Quinto Elemento

Karina Corradini: "Cantar es una conexión conmigo misma y al mismo tiempo una forma de conectar con otros"


20 de noviembre de 2022

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Karina Corradini: "Cantar es una conexión conmigo misma y al mismo tiempo una forma de conectar con otros"

Radicada desde hace más de 20 años en Los Angeles, California, la cantante Karina Corradini se ha presentado en los mejores clubes de jazz de esa ciudad junto a prestigiosos músicos de la escena internacional. En el año 2019 Karina lanza su primer disco, "Bridge to Infinity: Tribute to Zane Musa", con el contrabajista, arreglador y director musical, Christian McBride quien arregla, dirige y toca en 9 de los 15 temas del álbum. Este trabajo cuenta con la participación de artistas de altísima trayectoria, como el trompetista Nolan Shaheed, (quien fue director musical de Marvin Gaye y ha tocado con Duke Ellington y Sarah Vaughan, entre otros), Munyungo Jackson (percusionista de  Miles Davis y actualmente de Stevie Wonder), Mahesh Balasooriya en piano, Zane Musa en saxo (ambos músicos de Arturo Sandoval) y la colaboración de otros talentosos artistas. Tiempo antes de la edición de "Bridge to...", se conoció la noticia de la muerte en un accidente automovilístico del saxofonista Zane Musa, motivo por el cual Karina decidió homenajearlo desde el título del álbum. El disco obtuvo excelentes comentarios de la prensa especializada, en medios como DownBeat Magazine, All About Jazz, JazzPage.com, Jazz Weekly, entre otros. Así mismo, fue difundido en importantes radios de EEUU, incluyendo WBGO de New York City y KJazz de Los Ángeles. 

-Pasó la pandemia, por ahora están quedando atrás los encierros y la falta de abrazos, y regresás a la Argentina ¿Cómo estás viviendo la previa a la presentación de tu disco "Bridge to Infinity: Tribute to Zane Musa" en Buenos Aires?
-La verdad, muy feliz. Es como un desquite. Uno se guardó tanto, vio toda la vida desde una perspectiva diferente. La pandemia nos hizo apreciar lo que teníamos y dábamos por sentado. Creo que crecí mucho, me preparé mucho musicalmente durante la pandemia. Estudié un montón, desde piano, armonía, audioperceptiva, hasta docenas de seminarios online de jazz vocal con masters. Eso estuvo bueno, fue una introspección musical y personal enorme. En Septiembre estuve en Buenos Aires; volví para hacer dos shows muy lindos con músicos nacionales que fueron como un precalentamiento para la presentación del disco en Bebop, que será el jueves 15 de Diciembre. Me gusta conocer músicos nuevos cada vez que vengo para interactuar con las nuevas generaciones y disfrutar de las nuevas camadas que no conocí por estar tanto tiempo afuera. 

-¿Quién fue Zane Musa y por qué este tributo?
-Zane Musa fue el saxofonista de mi quinteto en Los Angeles y amigo personal. Arturo Sandoval dijo que cuando entró Zane a su banda se puso a estudiar otra vez! Y le creo. Era un show en sí mismo oírlo en vivo. Estaba lleno de fuerza, musicalidad y lenguaje bebop de la vieja escuela. Cuando Christian McBride lo escuchó tocar en el estudio por primera vez, paró de tocar, lo miró y le dijo Vos sonás como un “old cat” (como sonaban lo maestros antes en los 50’s). El trompetista de mi disco, Nolan Shaheed - quien fue el director de Marvin Gaye y tocó con Basie y con Ellington - decía que Zane era el próximo John Coltrane. Poco antes de la mezcla de mi disco, la cual habíamos programado para hacer juntos, Zane viajó en un crucero con Arturo Sandoval y a la vuelta sufrió un accidente en el aeropuerto de vuelta y lo perdimos. Para nosotros fue algo devastador. El disco se iba a llamar Right Here, Right Now, pero decidí hacerle un homenaje a Zane. Así que Puente al Infinito: Tributo a Zane Musa es una manera de comunicarme con él. Tanto la música como el amor son puentes abstractos donde podemos unirnos y siempre encontrarnos, no importa en qué plano universal estemos. 

-Comenzaste a cantar siendo muy chica ¿Cómo llegaste a la música? ¿Volverías a elegir este rumbo en tu vida? 
-Volvería a elegir este rumbo en mi vida una y mil veces. La música salva de la locura social de este mundo confuso y de las dificultades en la vida. La música es un camino espiritual para refugiarse, para encontrarse y conocerse a sí mismo mucho mejor. Y es un medio de sanación espiritual para el que la produce y el que la recibe. Tuve la suerte de descubrir mi vocación desde muy chica apenas cumplí los 16 años. Ese verano conocí a un grupo de varios músicos en la costa argentina que estaban de gira: un dúo de jazz flamenco, un cuarteto de música de country (el original Max) y un dúo de música brasilera trabajando juntos y compartiendo escenarios. Me hice super amiga: eran todos mucho más grandes, tenían veintipico  y yo estaba fascinada por sus talentos y estilo de vida. Si bien no vengo de una familia de músicos, siempre la música me había atraído sobremanera. A los 8 años cantaba en el coro de la escuela, pedía instrumentos de regalo pero mis viejos no podían comprarme instrumentos y no se daban cuenta totalmente de mi interés. Pero ese verano con mis amigos fue crucial, me sentí tan terriblemente reflejada en ellos y me dí cuenta de que la música era algo más intenso para mí que solo oírla, necesitaba transitarla, hacerla parte de mi ser, tal cual lo hacían ellos. Así que volví a Bs As, me conseguí un trabajito en una lencería y me pagué mis clases de canto y audioperceptiva. A los 18 años formé mi primer grupo de jazz con Fili Savlof, Karina Corradini y la Summer Band, y nos fuimos a la costa a tocar todo el verano. Ahí nos conocimos con el gran Juanjo Hermida que tenía 15 años y ya te volaba la cabeza tocando en piano y se sumó al grupo. Volvimos y conseguimos un lugar donde estuvimos dos años tocando los Viernes y Sábados en un subsuelo en la calle Corrientes, frente el C. Cultural Rojas, el Bar Remember. Hacíamos tres entradas. Eso fue una escuela de jazz, mi Berklee School of Music, digo siempre, porque aprendí un montón en el escenario y docenas de standards por semana. Venían todos a zapar a mi banda, Oscar Giunta, Norby Córdoba, Fico De Castro y muchos más que hoy son músicos de jazz reconocidos. 

-El jazz es libertad de expresión al máximo nivel. Es una exploración, una búsqueda constante de la belleza y la autenticidad a través de la música. Louis Armstrong decía “Si preguntás qué es el jazz, jamás vas a saberlo”. ¿Por qué? Porque el jazz se siente, se entiende o no se entiende. Es una cuestión de piel. Una cuestión rítmica interna. Una cuestión de apertura mental también, porque es libertad total. O te mueve o no te mueve. Si bien el jazz es una música sofisticada y te desarrolla mucho el oído escucharlo con atención, no tenés que “saber de jazz” para que te guste. Yo no sabía nada cuando tenía 16 años y me cautivó. Me causó intriga, me fascinó esa música elaborada, misteriosa y sincera al mismo tiempo. 

 

-Cantaste con muchos músicos, abriste caminos en la música, llevaste tu música a escenarios de diversos países ¿Qué es para vos cantar?
-Cantar es una conexión conmigo misma y al mismo tiempo una forma de conectar con otros. La música es verdaderamente una medicina espiritual como te comenté antes. Es una forma de curación, de catarsis de las emociones. De hecho existe la musicoterapia como forma super efectiva de curación. La música es poderosa. Fijate lo que pasó en la pandemia. La música era todo para la gente. Todo el mundo colgado a una computadora buscando un concierto en vivo para entretenerse y calmar los nervios. Fue importantísima la música para calmarnos durante los tiempos difíciles. Y también es tremenda compañera en la alegría, nos potencia tanto. Así que cantar para mí es un honor en la vida y una manera de honrar mi espíritu. Poder canalizar música desde mi humilde aporte es algo invaluable no solo para mí propia sanación, sino que poder compartirlo y hacerle bien a otro al entretener, no tiene precio. 

-¿Cómo definís al jazz? 
-El jazz es libertad de expresión al máximo nivel. Es una exploración, una búsqueda constante de la belleza y la autenticidad a través de la música. Louis Armstrong decía “Si preguntás qué es el jazz, jamás vas a saberlo”. ¿Por qué? Porque el jazz se siente, se entiende o no se entiende. Es una cuestión de piel. Una cuestión rítmica interna. Una cuestión de apertura mental también, porque es libertad total. O te mueve o no te mueve. Si bien el jazz es una música sofisticada y te desarrolla mucho el oído escucharlo con atención, no tenés que “saber de jazz” para que te guste. Yo no sabía nada cuando tenía 16 años y me cautivó. Me causó intriga, me fascinó esa música elaborada, misteriosa y sincera al mismo tiempo. 

-En tu primer disco, tuviste la compañía musical del contrabajista, arreglador y director musical Christian McBride ¿Qué te marcó esa experiencia?
-Yo tuve la suerte de forjar una amistad con Christian desde 2008. Eso solamente era y aún es un tremendo honor, no solo porque él es uno de los mejores músicos del planeta y una leyenda viviente del jazz, sino porque es una persona alucinante: humilde, generoso, de un humor maravilloso y un ser profundo. Encima de eso tuve la enorme suerte de que me brindara su apoyo artísticamente sin  esperarlo. Él quiso ser parte del disco sin que yo se lo pida. Fue una placentera sorpresa y tremenda alegría. Vino desde New York a Los Angeles especialmente para grabar el disco. La verdad que gracias a él principalmente y al nivel de todos estos monstruos, logré un trabajo del cual me voy a enorgullecer toda mi vida. Las dos sesiones con Christian fueron una fiesta. Nos divertimos todos tremendamente esos dos días, Christian trajo a sus amigos, el percusionista Munyungo Jackson y el baterista Marvin ¨Smitty¨ Smith, músicos de tremenda trayectoria, y yo a los míos, mi saxofonista Zane Musa y el pianista  Mahesh Ballasoriya y otros grandes invitados. Todo era una gran excitación. Mis músicos entusiasmados de conocer a Christian y sus amigos de verlo y compartir esta sesión juntos. Así que el ánimo era maravilloso y fue un placer grabar con todos ellos. Un sueño que ni me imaginaba, del cual aún me siento agradecida y feliz.   

-Estás radicada en los Estados Unidos desde hace varios años ¿Cuál es tu relación con Buenos Aires y su gente?
-Yo nací y crecí en Buenos Aires. Comencé mi carrera profesionalmente en Buenos Aires desde muy chica. Me formé artísticamente y personalmente en mi tierra. Toda mi familia vive en Buenos Aires y mis amigos de toda la vida. Así que si no vengo un año me vuelvo loca. Necesito mi ciudad y mi gente. Necesito respirar Buenos Aires, me nutre. Es parte mía, lo que soy. He recorrido casi todo nuestro país.  Yo acá en Estados Unidos represento a mi país y eso me encanta. Al lado de mi nombre viene mi país siempre. Así me reconoce la gente en USA, como la cantante argentina. No me importa qué caos social del momento se viva. Amo mi país y mis raíces pero al mismo tiempo me siento un ser sin fronteras, una exploradora del globo terráqueo, un ser universal. 

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